Wednesday, September 27, 2006


Frases de: Arthur Schopenhauer

Todo querer nace de una necesidad, por consiguiente de una carencia; y por lo tanto de un sufrimiento.

Querer es esencialmente sufrir, y como vivir es querer, toda vida es por esencia dolor.

Para filosofar hacen falta dos condiciones: primera, tener el valor de no suprimir ninguna pregunta, y segunda, comprender como problema todo aquello que se comprende por si mismo, teniendo conciencia de ello.

Los primeros cuarenta años de la vida nos da el texto; los treinta siguientes, el comentario.

Todo hombre quiere llegar a viejo, es decir, a una época de la vida en la que pueda lamentarse de las cosas que pasan y anunciar calamidades todavía mayores para el mañana.

El suicidio, lejos de negar la voluntad, la afirma enérgicamente. Pues la negación no consiste en aborrecer el dolor, sino los goces de la vida. El suicidio ama a la vida; lo único que pasa es que no acepta las condiciones en que se le ofrece.

El hombre no es nunca feliz, pero pasa toda la vida corriendo en pos de algo que cree ha de hacerle feliz. Rara vez alcanza su objetivo, y cuando lo logra solamente consigue verse desilusionado.

La causa de la risa no es otra cosa que la súbita percepción de la incongruencia entre un concepto y el objeto real.

Cuatro cosas le pertenecen a los jueces: escuchar cortésmente, contestar sabiamente, considerar todo sobriamente, y decidir imparcialmente.

Los hombres vulgares han inventado la vida de sociedad porque les es más fácil soportar a los demás que soportarse a si mismos.

El hombre es una imitación burlesca de lo que debe ser.

Si tenéis motivos para sospechar que una persona os está diciendo una mentira, aparentad que creéis todas sus palabras. Esto le dará ánimos para continuar y se entusiasmará de tal manera con sus afirmaciones que acabará por traicionarse.

Los escritores pueden dividirse en tres clases: estrellas errantes, planetas y estrellas fijas.

La misión del novelista no es relatar grandes acontecimientos, sino hacer interesantes los pequeños.

La mujer paga su deuda con la vida, no por lo que hace, sino por lo que sufre.

El amor a la vida no es en el fondo sino el temor a la muerte.

Desear la inmortalidad es desear la perpetuación de un gran error.

Los últimos años de la vida se asemejan al final de un baile de mascaras en que se dejan caer las caretas.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home