Saturday, September 30, 2006

Frases de: Alejandro Dumas

Quien lee sabe mucho; pero quién observa sabe todavía más.

Cuando el amor desenfrenado entra en el corazón, va royendo todos los demás sentimientos; vive a expensas del honor, de la fe y de la palabra dada.

La mujer es como una buena taza de café: la primera vez que se toma, no deja dormir.

No estimes el dinero en más ni en menos de lo que vale, porque es un buen siervo y un mal amo.

El bien es lento porque va cuesta arriba. El mal es rápido porque va cuesta abajo.

Hay mujeres que quieren tanto a sus maridos que, para no usarlos, toman el de sus amigas.

¿Cómo es que siendo tan inteligentes los niños, son tan estúpidos la mayor parte de los hombres? Debe ser fruto de la educación.

No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más terror.

Todo cabe en lo breve. Pequeño es el niño y encierra al hombre; estrecho es el cerebro y cobija el pensamiento; no es el ojo más que un punto y abarca leguas.

¡Aquel tiempo feliz en que éramos tan desgraciados!

Si dais la impresión de necesitar cualquier cosa no os darán nada; para hacer fortuna es preciso aparentar ser rico.

Creemos, sobretodo porque es más fácil creer que dudar, y además porque la fe es la hermana de la esperanza y la caridad.

El hombre nace sin dientes, sin cabello y sin ilusiones. Y muere lo mismo: sin dientes, sin cabellos y sin ilusiones.

Es deber aquello que exigimos a los demás.

El amor es física; el matrimonio química.

El amor es quién inspira las grandes empresas y quien estorba su cumplimiento.

El matrimonio es una cadena tan pesada que para llevarla hace falta ser dos y, a menudo tres.

Para toda clase de males hay dos remedios: el tiempo y el silencio.

Por bien que uno hable, si habla en demasía acabará diciendo alguna necedad.

Prefiero los malvados imbéciles. Aquellos, al menos, dejan algún respiro.


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